Para las próximas centurias el pronóstico de mi corazón es el siguiente:
Continuará la ola de calor en mis huesos producto de la paradoja producida por el aire fresco que sopla desde el día en te conocí.
Un frente polar baja las temperaturas de mi corazón al verte partir. Para esta vida la máxima será prosperidad y felicidad contigo (para el área suburbana de mi corazón) y la mínima, una existencia de indiferencia con algunas miradas aisladas. La sensación térmica, altísima siempre y cuando su piel se pose sobre mi territorio nacional.
Un inminente reencuentro amenaza las costas de mi imaginación, elevando la temperatura de mis calzoncillos. Es que cada vez que te veo chaparrones de felicidad producen un alerta meteorológico que obliga a evacuar todo malo pensamiento que transita sin cuidado las calles de mi sentir.
Una ráfaga de viento fresco se hará presente con tu mirada.
Lluvias aisladas de besos producirán anegamientos en mi alma.
Un frente de aire cálido perdura en la región central de mi cuerpo producto de una zona de alta presión ubicada en la región montañosa de tu ser. Mejorando hacia la noche habrá delicioso tiempo húmedo en tu cuerpo y un desayuno inminente por la mañana.
Por ello recomiendo no salir del hogar sin un saquito, caminar por la sombra, y si ve que se aproxima una nube de amor, abra el paraguas por las dudas. Aunque le advierto que le será totalmente inútil… Es que en ese momento no habrá vuelta atrás y usted se verá condenado a haber sido arrastrado por el más hermoso de los huracanes. Un huracán con nombre de mujer, una mujer con cuerpo de huracán.