Ectoplasmando


No todas las muertes son iguales. Siempre que uno mata, que transforma a otro en cadáver, en recuerdo, en esquelético pasado, no procede de la misma manera. Es que el otro ofrece una resistencia particular al olvido. Espíritus que se empeñan en creer en la inmortalidad apelando a apariciones de ultratumba. A veces, mientras cargamos la escopeta, tenemos que observar cómo su imagen resiste a la muerte tomando forma de taza, de libro prestado, de canción radial o de factor climático hasta entonces inadvertido. Cada uno tiene su propio catálogo de muertos, su colección particular, sus estampitas más difíciles, algunas repetidas incansablemente.

Desidia

Tiene en cada párpado un beso escondido. Cada vez que los cierra y los abre, tiene miedo de que se caigan. Los cuida desde chiquitos, tratando de no mirar a la cara a nadie, de no tentar a la suerte. El otro día casi pierde uno en un tren, y la vergüenza la invadió por completo. Les puso pequeñas cadenitas sujetas a lo profundo de su retina que por lo salado del ambiente ya comienzan a oxidarse. Ahora al despertarse hace un ruido espantoso a ventana vieja que levanta en vuelo a todos los pájaros de su balcón.

Lo extraño de la distancia.

"Siempre fuiste mucho hombre para mí, Arístides.
Ahora que no estas, pueblan mi mente recuerdos felices.
Ya quedaron atrás las disputas innecesarias, los golpes de ocasión,
la indiferencia al acostarnos. Y es raro, pero sólo me asalta el recuerdo
de nuestros viajes a la playa, y de cómo te hacías milanesa…"


Dijo la señora segundos antes de quitarse la vida ahorcándose con su propio corpiño.

De la espera inevitable


Ninguno sabe con certeza qué hay de extraño en ellos dos. Simplemente lo intuyen. Acodados en algún mostrador de algún lugar en alguna situación más o menos particular, intentan frenar las lágrimas que se agolpan en la puntita de sus ojos, y comienzan a mirarse de nuevo. Cada palabra dicha con un segundo de retraso genera acantilados monumentales, detenciones de tiempo infinito, tensión excesiva de cada músculo… y aunque parece que el tiempo no está a su favor, se empeñan en dilatar cada instante. Se despiden con un hasta siempre, con un apretón de manos, con una piedra en el zapato.

En cualquier rincón.



Es proverbial la incomunicación existente entre algunos seres. Hay ciertos pequeños animalitos habitantes de la zona más austral del continente que luego de pasar hasta varios años juntos, continúan empeñados en darse topetazos unos contra otros en claro signo revulsivo. En ocasiones simplemente se miran, con los ojos vacíos, por horas, años. No se animan a decir la palabra final, y así permanecen en un letargo indeseable que lo único que les recuerda es su imposibilidad de vivir. Cada tanto vuelven de visita a esos besos furtivos, pero eso no sucede muy seguido. A veces sólo habitan pequeñas porciones de sueño nocturno, pero en otras tantas llegan a poblar parcelas inconmensurables de vida virgen.

De lo placentero de algunas elevaciones


Montes de agua marina en el lugar menos pensado.
Ella escala agarrándose con cierta maestría.
Sus dedos mojados y su boca atenta le sirven para sujetarse.
Llega a la sima, mira por sobre el hombro y luego de una leve sonrisa empieza un lento descenso
recorriendo con su lengua húmeda la ladera más rocosa.
Por eso me gusta.
Me quedo en el paisaje, al menos un ratito más.
Ella sube y baja cuando quiere.
La gente no la mira, y por eso se acuesta a dormir.
Mil suspiros la despiertan expectante.
Afilo escarbadientes pretendiendo realizar fallidos intentos suicidas. Clavo las pequeñas puntas atravesando capas de piel hasta intentar llegar a algun órgano importante, decisivo. La muerte me enseña carozo, no aceituna.

Lo que queda que es poco



Siempre dije que no es fácil la aceptación de lo distinto. Por ello arengo a todos los microbios a parecerse más a mí, a pudrirse en lo fundamental de mi sabor. Así y solo así será un poco más justo.

Del Impulso, animal.


Alguna vez fui el suspiro natural, pero ahora no me acuerdo.
Atacando, configuraba en mí la situación más perfecta e irreprochable.
Una mano que se queda, estática, recorre corpuscular su pecho.
Sorprendo al propio tiempo, y no reacciona.
Luego ríe, eso creo. Tiene lágrimas, pero no las veo.

Cuidado natural


Disparando a las vacas las voy matando de a una ¿Por qué razón fascinan tanto las ubres medio muertas? No es suficiente con aquel espectáculo en general. Callemos para ensayar la respuesta más evasiva. Y que se cuide tu vaca.

En tres suspiros...


Vestida de rojo rojísimo aparece ella en la puntita de mi dedo mayor. De improviso se vuelve sonido humeante, madera quebrada, ombligos con nombre, paladares revueltos y un par de cosas más. Ella me mira y me tapa la boca un poquitito. Entrando en espasmo violento amanecimos hechos papel celofán.

La inutilidad de los milagros...




Como un Moisés con afanes modernistas, extiendo abiertas mis palmas y las aguas se abren. Las gotas, suspendidas, no hacen más que humedecer mi cabello y salar mi boca. De entre la escueta población de fieles, por gentileza, dejo pasar a una anciana achacosa que me mira estupefacta. Ella avanza, cansina, mostrando decadas en cada pisada, hasta la orilla prometida. Yo contemplo magnánimo su añoso caminar, mi generosa caballerosidad... Alcanzo a darme vuelta y el océano se derrite encima mío. Los peces se ríen en mis oídos. Desde el fondo del mar insulto, intempestivo, a la anciana...ella sólo salpica sus pies...

Catálogo de Llantos

Llanto ensayado
Llanto de recién nacido
Llanto de dolor físico
Llanto con lágrimas
Llanto fingido
Llanto respiratorio
Llanto de encuentro
Llanto con mocos
Llanto de ira
Llanto orgásmico
Llanto interno
Llanto extranjero
Llanto amargo
Llanto de melodrama
Llanto de viuda muerta al momento de entrar en su habitación por primera vez, al ver la cama vacía, la cama del enfermo que sufrió a su lado, la cama que acostó las noches de angustia, la cama que vio la cara del propio tiempo diciéndole basta. El pecho chupado por el dolor, el caldo vacío en la mesita de luz. Una conglomeración de silencios atiborrados en un cajón. La promesa de un rayo de luna que se desvanece. Cada tanto intentamos volver a sentir placer. Vida viscosa de viuda violada.
Llanto de ojos cerrados
Llanto de iglesia
Llanto de provincia
Llanto explosivo
Llanto sin lágrimas
Llanto con mueca
Llanto con manos tapadas
Llanto de hambre
Llanto de hombre malo
Llanto de mujer sensible
Llanto de mujer mala.
Llanto de mentira
Llanto enamorado
Llanto apático
Llanto hepático
Llanto cardíaco
Llanto somático
Llanto asmático
Llanto litúrgico
Llanto deportivo
Llanto de desilusión
Llanto ya no lloro más.
Llanto de puerta golpeada
Llanto espiado
Llanto serio
Llanto balbuceante
Llanto de lechuza
Llanto de perro
Llanto de película
Llanto arrugado
Llanto conyugal
Llanto de traición
Llanto de piso
Llanto de rodillas
Llanto espontáneo
Llanto creciente
Llanto de chancho ahogado por sus propias lágrimas. El agua que recurre a ella cuando la necesidad la tienta. Una mano baja por su vestido y en ese momento el festival de caricias comienza. Caricias que no borran lágrimas, caricias que desprenden martes salados, lunes que mojan a las propias lágrimas.
Llanto eréctil
Llanto impotente
Llanto imponente
Llanto de concha
Llanto explicado
Llanto cúbico
Llanto deletreado
Llanto acusador
Llanto postal
Llanto de padre
Llanto de madre
Llanto de hijo
Llanto de cocodrilo
Llanto copiado
Llanto ruborizado
Llanto virgen
Llanto virulento
Llanto empírico
Llanto teórico
Llanto de ópera
Llanto matutino
Llanto pudoroso
Llanto de sauce
Llanto de lunes de madrugada