En espera de tu palabra mejor, me detengo a prender luciérnagas.
Feliz, Feliz en tu día...
Y que suenen nomás los podridos instrumentos,
que me alcancen las manos más pertinentes,
que me secuestren los recuerdos más horribles,
que me cocinen los guisos más empalagosos,
que me miren los olvidos más genuinos,
que me canten los puñales más oxidados…
Porque señoras y señores, hoy es mi cumpleaños y lo detesto.
El pájaro y el hombre, o el pájaro o el hombre… o algo así
- Ya lo ves, hasta la naturaleza tiene sus hijos pródigos y sus menos dotados.
- ¿Lo dice por aquel pájaro que parece volar sin nunca haber aprendido a hacerlo?
- No, lo decía por decir… y no me mires más con esa cara… A propósito, ¿quién eres que me sigues a donde mis pies se dirigen?
- Maestro, soy yo, Poroto, su protegido…
- ¡Los porotos únicamente en el guiso, hijo del demonio!
Y en ese momento el maestro, dando un giro inesperado a la situación, salió corriendo en dirección opuesta a discípulo y nunca más se supo de él. Algunos creen que se transformó en un ave de vuelo irregular, otros creemos que simplemente se extravió sin saber cómo volver al templo. Poroto hoy es el vicepresidente de una importante multinacional.
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