Del Impulso, animal.


Alguna vez fui el suspiro natural, pero ahora no me acuerdo.
Atacando, configuraba en mí la situación más perfecta e irreprochable.
Una mano que se queda, estática, recorre corpuscular su pecho.
Sorprendo al propio tiempo, y no reacciona.
Luego ríe, eso creo. Tiene lágrimas, pero no las veo.