shhhhh...


Mirame.
Marchose.
Fuese.
Dejola.
Doy tres pasos hacia atrás,
Miro sin mirar.
Esperola.
Cacheteome.
Sin mirar miro.
Pienso en talar la puntita de todos los árboles, empujar a las viejas que caminan por la vereda, callar todas las frases que no empiecen con “mierda”, pensar todas las que hablen de otros lugares, lamer absolutamente todas las baldosas pisadas por mi mismo.
No me mira.
No me mira.
No lo dice.
No lo digo.
Pateo a la última vieja que quedaba en pie.
Hago avioncitos con fotos viejas, que de viejas sólo tienen su sonrisa.
Doy seis pasitos más hacia atrás.
Sonrío, quieta que sonrío.
Raspame
Escondome.
Peinome.
Esperola.
Dejola.
Sueñola.
Dejola…
Dejola
Dejome

Reencarno en mi mismo y empiezo de nuevo.
Doy nuevos nueve pasos hacia atrás,
Trato de no llevar la cuenta pero ya van como más de cuatro.
En silente plan de quemar todos los diarios, acerco un fósforo que durará lo que su madera tarde en consumirse.
Insulto a todas las palabras, en especial a las que salen de mi boca.
Insulto a los insultos por no servir para nada.
Detengo la gotita de agua salada que escurre desde mis ojos hoyos.
Dejola.
Dejola escurrirse.
Saludola.
Yo miro.
Parome en la puntita de los árboles talados.
Parome en la puntita del rulo de las viejas.
Parome en las palabras dichas, en las frases calladas, encalladas, llenas de cayos… por lo viejas.
Parome en mi baldosa y de ahí no pienso moverme…
Y si acaso tenés ganas, rinoceronte de papel, vas a tener que dar tu mejor topetazo.